Asistir en una sala de conciertos a la
interpretación de una sinfonía de Brahms es un acontecimiento beneficioso para nuestra
salud mental. La música, considerada como una “sucesión de sonidos modulados
para recrear el oído” (segunda de las acepciones que da a este término la RAE)
es, en cierto, modo un lenguaje organizado: acordes, intervalos, tonos, etc.
Los sonidos están formados por tonos (uno o varios) que podemos
percibir desde los 16 Hz (hertzios) —de la nota do de la primera escala del
piano—, a los 16.000 Hz (nota do de la décima escala); el timbre es una peculiaridad del instrumento emisor (la misma nota
con la misma intensidad suena distinta con instrumentos diferentes); la
combinación y sucesión de sonidos que se repiten, suben y bajan y que son
percibidos como un todo es la melodía
y el ritmo es la duración de las
notas, armonías, longitudes de las frases, etc. Para muchos estudiosos el ritmo
es el único elemento indispensable para la música.