La pregunta que voy a intentar resolver
en esta entrada es si en la naturaleza el tamaño del cerebro guarda alguna
relación con nuestra forma de alimentarnos.
Si nos fijamos en las aves llegamos a la
conclusión que muchas aves frugívoras (que comen frutas), los loros por
ejemplo, tienen un cerebro mayor que otras especies de aves que no lo son.
Entre los quirópteros (murciélagos) los que son frugívoros tiene un tamaño
mayor que los que no lo son, es decir, sucede lo mismo. Finalmente, entre los
primates, los que se alimentan principalmente de frutas tienen un cerebro más
grande que los que lo hacen sobre todo de hojas. Parece que, a primera vista,
la alimentación guarda alguna relación con el tamaño cerebral. Pero, ¿dónde se
puede encontrar la causa de esta relación?
Vamos a limitarnos a los primates que
hemos indicado, los frugívoros y los hojívoros. Hay dos características sobre
las que se puede fundamentar nuestro razonamiento: en primer lugar, las hojas en los bosques se encuentran en el
suelo prácticamente durante todo el año, no hace falta buscarlas, nos las
encontramos sin problemas, es por tanto un alimento que no es estacional,
siempre hay hojas; en segundo lugar, los componentes energéticos de las hojas,
los carbohidratos principalmente, son de difícil digestión y, por tanto,
requieren un intestino largo. Por tanto, los primates hojívoros encuentran su
principal alimento con gran facilidad, no han de buscar, no tienen que elaborar
un patrón de conducta que les lleve al alimento; sin embargo, necesitan un
aparato digestivo más complejo ya que gran parte de los nutrientes son de
difícil digestión. El mono aullador, por ejemplo, posee una alimentación
hojívora y tiene un cerebro pequeño, de poco más de 50 gramos, y con pocas
circunvoluciones cerebrales.
Comparemos estos hechos con los que se
encuentran los primates frugívoros. Por una parte, los frutos maduros y
apetecibles no se encuentran durante todo el año, no se localizan en todos los
lugares de un bosque, tampoco son igual de gustosos los maduros que los verdes,
etc.; por otra parte, digerir los carbohidratos de la fruta madura es menos
costoso, la digestión es, consecuentemente, más rápida y no se requiere un gran
intestino. Esto implica que los primates frugívoros necesitan un aparato
digestivo más sencillo que los que son
comedores de hojas, pero requieren un potente cerebro que les permita diseñar
como han de realizar la recolección, ubicar los vegetales que producen frutos
apetecibles, distinguir los frutos verdes de los maduros, detectar cuándo hay
frutos gustosos, competir con otros animales que se alimenten de la misma
forma, etc. Dicho de otra forma, deben de tener un cerebro más complejo. El
mono araña, frugívoro, tiene un cerebro cuyo peso es, comparativamente, el
doble que el del mono aullador
Ahora bien, si el cerebro aumenta de
tamaño, y por tanto necesita un mayor aporte de energía, lo tiene que hacer a
costa de que otros órganos disminuyan el suyo. La masa corporal de un animal
requiere un corazón, hígado y riñones de un tamaño más o menos predeterminados,
sin embargo, el tamaño de órganos como el estómago, los intestinos y del
cerebro puede variar independientemente de la masa corporal del animal. Si el
animal es hojívoro necesitará un aparato digestivo más aparatoso y se
“conformará” con un cerebro que tenga menos exigencias. Si, por otra parte, es
frugívoro requerirá un cerebro más grande y no precisará un aparato digestivo
tan complejo.
Así que el aumento del cerebro, como el
de nuestra especie, tiene la gran ventaja de facilitar el consumo de alimentos
raros y nutritivos, en detrimento de poder ingerir otros más abundantes en la
naturaleza y menos digeribles.
Las imágenes son de:
http://universoaullador.blogspot.com.es/2012/05/los-monos-aulladores-caracteristicas.html)
y de http://www.viajaporlibre.com/blog/viajes-belize-ruinas-de-lamanai/belize-lamanai-mono-araa%C2%92a-4/
No hay comentarios:
Publicar un comentario