Hasta hace relativamente poco tiempo, la
locura era una “enfermedad” que englobaba numerosas alteraciones, más o menos
graves, del comportamiento. El ser humano, hasta hace poco tiempo, no
comprendía nada pero sabía que algo anómalo estaba sucediendo.
La solución “científica” podía
encontrarse en la trepanación que podría abrir una puerta por donde saldrían
los malos espíritus o serviría para encontrar una supuesta piedra que provocaba
en el demente ese estado.