Mientras nuestro cerebro sea un arcano, el Universo, reflejo de su estructura, será también un misterio
(Santiago Ramón y Cajal)


28 de enero de 2010

Hambre, saciedad y neurociencia

En 1940, los científicos Ranson y Hetherington descubrieron que cuando en las ratas se lesionaba una región del hipotálamo denominada hipotálamo ventromedial, los animales comían desaforadamente (hiperfagia) y, con el tiempo, se hacían obesos. Este hecho motivó que a esta región hipotalámica se la denominara centro de la saciedad. El razonamiento era bastante claro: si cuando esta zona no funciona las ratas comen gran cantidad de alimentos es la que regula la saciedad.
Una década después, en 1951, cuando Anand y Brobeck observaron que a las ratas se las lesionaba otra parte del hipotálamo denominada hipotálamo lateral los resultados se manifestaban espectaculares en la dirección contraria: las ratas dejaban de comer (presentaban afagia), lo que implicaba que, con un razonamiento similar al anterior, pero en sentido inverso, el hipotálamo lateral era considerado el centro del hambre. Así que las cosas encajaban bastante bien: el funcionamiento del hipotálamo lateral hacía comer a las ratas y el del hipotálamo ventromedial producía el cese de la ingesta de alimentos.
Sin embargo, esta teoría del hambre y la saciedad hipotalámicas, aparentemente avalada por hechos tan concluyentes, no supone más que una parte mínima de la verdad. Veamos.
A partir de la década de los 80 del siglo XX se demostró que cuando se lesiona el hipotálamo ventromedial se produce rápidamente un incremento de los niveles de insulina sanguínea, lo que favorece la síntesis de grasa corporal (lipogénesis) y la reducción de la oxidación de la grasa (lipolisis). Esto implica que los nutrientes que ingieren las ratas después de la lesión del hipotálamo lateral se convierten más fácilmente en grasa que antes de la misma y esto implica que los animales han de seguir comiendo para que en la sangre haya suficientes nutrientes energéticos para sus necesidades inmediatas ya que almacenan más de lo que deben. Dicho de otra manera: las ratas comen demasiado porque se han hecho obesas.
En esos años también se descubrió que por el hipotálamo ventromedial circula un haz de fibras nerviosas que se denomina haz noradrenérgico ventral que, evidentemente, es lesionado cuando se daña el hipotálamo ventromedial. Estas fibras conectan con los núcleos paraventriculares del hipotálamo. Pues bien, cuando estas estructuras se lesionan (el haz o los núcleos), el animal también manifiesta hiperfagia.
En relación con el centro del hambre se ha demostrado que su lesión produce afagia, pero también una falta generalizada de respuesta a las señales sensitivas (la comida es sólo una de ellas). Además, el daño del hipotálamo lateral afecta al haz nigroestriado y el fascículo prosencefálico medial y sus lesiones también producen una disminución de la ingesta.
Todos estos datos implican que la regulación de la ingesta depende de varias estructuras, unas ubicadas en el hipotálamo (núcleos paraventricular y dorsomedial) y otras conectadas con el hipotálamo (amígdala, hipocampo, etc.).