Genes e inteligencia son dos palabras
que en ocasiones parece que no pueden ir juntas ya que, para unos, la
inteligencia es debida casi exclusivamente a los genes y para otros sólo el
ambiente tiene una influencia significativa en la inteligencia.
No voy a entrar a explicar el término
inteligencia, un concepto nada objetivo, porque esto nos llevaría muchas páginas, pero podemos
aceptar la clásica definición: “Facultad de la mente que permite aprender,
entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la
realidad”, o “la capacidad para resolver problemas o elaborar productos que
puedan ser valorados en una cultura concreta”, u otras más paradójicas; la de Woodrow
que considera que la inteligencia es la “capacidad de adquirir capacidad”, y la
muy clásica de Bridgman: “la inteligencia es lo que miden los test de
inteligencia”.