La organización Mundial de la Salud estima que anualmente mueren en el mundo 3,3 millones de personas como consecuencia del consumo de alcohol, esto es, casi el 6% de las defunciones.
En efecto, sabemos que el alcohol es una de las drogas que más se consume en nuestras sociedades y que muchas personas acompañan sus actividades sociales con alcohol, lo que no implica necesariamente que estén “enganchadas” a este tóxico. La ciencia ha descrito perfectamente, y desde hace tiempo, que los alcohólicos manifiestan diversas alteraciones cognitivas que pueden afectar al aprendizaje, memoria, toma de decisiones, habilidades motoras, modificaciones de la conducta, etc. Así, el exceso en el consumo de alcohol produce, por diferentes vías metabólicas, un significativo daño neuronal.