El síndrome de Asperger fue descrito por primera vez por el pediatra austríaco Hans Asperger de una manera muy sintética: una psicopatía autística. Sin entrar en detalles históricos, en los años ochenta del siglo XX es cuando el síndrome de Asperger se incorpora dentro de los denominados trastornos del espectro autista. Hoy se clasifica como un trastorno específico de entre los trastornos generalizados del desarrollo.
Se manifiesta como un déficit cualitativo en la interacción social (también se produce en el autismo), con expresiones repetitivas y estereotipadas, de intereses y de la actividad en general (como en el autismo), con manifestaciones, o no, de problemas de comunicación semejantes a los del autismo, pero sin un retraso significativo del lenguaje.