Normalmente, se suele decir de una manera muy solemne que “el hombre es el único animal que mata, aunque no vaya a comerse la presa”. Pues no es cierto, esa conducta también la tienen muchos otros animales, por ejemplo, el gato. Veamos.
Si se estimula una región del mesencéfalo que se llama sustancia gris periacueductal (SGP) se genera actividad depredadora. No obstante, hay que precisar que los sistemas cerebrales responsables de esa conducta no son los mismos que los implicados en la conducta relacionada con la alimentación; dicho de otra forma, no intervienen las mismas partes del cerebro si se mata por matar que si se hace porque se tiene hambre.
En el caso de los gatos, un canario (como Piolín) puede ser presa de un lindo gatito (como Silvestre), no para comérselo, sino por placer. Así, si se implantaban electrodos en una de las zonas del cerebro que producen agresión predatoria, los gatitos —de los que se ha dicho que no suelen atacar espontáneamente a los roedores— solo tenían conducta predatoria si se estimulaba eléctricamente esa zona y, sorprendentemente, si se provocaba la estimulación cuando el animal estaba comiendo, abandonaba el plato de pienso para gatos y se lanzaba inmisericorde contra el roedor.