Mientras nuestro cerebro sea un arcano, el Universo, reflejo de su estructura, será también un misterio
(Santiago Ramón y Cajal)


17 de julio de 2013

Colesterol y serotonina: alimentación y conducta

Es conocido por todos que los altos niveles de colesterol en la sangre están relacionados con el incremento del riesgo de sufrir problemas cardiovasculares: infarto de miocardio, hipertensión, ateroesclerosis, etc. Es por esto que hay una tendencia a creer que habrá que tener una  concentración sanguínea baja de este lípido… y cuanto menor, mejor. Quizáconocerá a un amigo hipercolesteronémico que está tomando estatinas con el fin de bajar sus altos niveles de colesterol.
Probablemente se preguntará qué tiene que ver esta introducción en un blog de neurociencia. Veamos.

Desde hace bastantes años se viene investigando en la relación existente entre los bajos niveles sanguíneos de colesterol con el riesgo de muerte por suicidio o en situaciones violentas. También hay estudios epidemiológicos que demuestran una relación entre la reducción del colesterol en plasma y el suicidio; además,  se ha comprobado la presencia de niveles medios de colesterol en delincuentes, y muy especialmente en los que se han comportado violentamente (con conductas suicidas).
Por otro lado, hay que recordar que la serotonina es un neurotransmisor que  se encuentra en neuronas que se proyectan a diferentes regiones de la corteza cerebral (corteza prefrontal, cerebro anterior basal, estriado, amígdala, etc.); estas neuronas actúan como reguladoras del estado de ánimo, la ansiedad, el sueño y otras funciones. 
Sabemos que el colesterol es un lípido que forma parte de las membranas de células animales, entre las que están las neuronas, y que es el precursor bioquímico de muchas hormonas (sexuales, de la corteza adrenal), de la vitamina D, etc.
Jay Kaplan comparó grupos de monos, con la misma masa corporal, a los que se les suministraba dos dietas con idéntico contenido calórico, pero unos tomaban  una dieta baja en colesterol y otro una alta. Los primeros mostraban una mayor agresividad que los segundos y tenían en el líquido cefalorraquídeo menor concentración de 5HIIA (lo que implicaba una reducción de la serotonina) que los que seguían una dieta alta de colesterol. La disminución de la serotonina genera un aumento de las conductas relacionadas con la búsqueda de comida y de toma de riesgos.
Parece, por tanto, que el colesterol bajo puede disminuir la serotonina y que el colesterol alto produce lo contrario. Con estos datos, y desde el punto de vista evolutivo, es posible encontrar una relación entre el colesterol y la serotonina de la siguiente manera: muchos alimentos ricos en energía tienen altos niveles de colesterol y una dieta pobre en colesterol provocaría un descenso de los niveles de serotonina que desembocaría en conductas de ingesta. Así que lo más probable es que nuestros antepasados buscaran alimentos ricos en colesterol que, además de ser más energéticos, les mantuvieran con unos niveles adecuados de serotonina. 

Pero esto funcionaría en esta dirección hace decenas de miles de años. Hoy nuestra alimentación suele ser rica en colesterol (generalmente demasiado)  y quizás la ingesta de sustancias que provocan la disminución de la colesteronemia puedan además, y esto es más grave, generar el descenso de la serotonina... lo que podría desencadenar cuadros depresivos.

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