Las técnicas de
neuroimagen son unas herramientas excelentes para determinar, al menos
parcialmente, algunas de las regiones encefálicas implicadas en ciertas
actividades. En el artículo de hoy vamos a ver someramente cuáles son las más
importantes en lo que a procesamiento numérico se refiere.
Empezaremos por un resumen
rápido de las conclusiones: mediante las técnicas arriba indicadas el
procesamiento numérico depende principalmente del lóbulo parietal, aunque
también participan en el mismo la corteza prefrontal, lóbulo temporal posterior,
la corteza cingulada y distintas zonas subcorticales.
Hay dos problemas que
sirven de punto de referencia a los neurocientíficos a la hora de estudiar las
áreas implicadas en algunas resoluciones matemáticas, la acalculia y la
discalculia. La acalculia es la imposibilidad
de realizar las tareas numéricas y de cálculo como resultado de una patología
encefálica, no es, por tanto, un problema de aprendizaje. La discalculia es una alteración que tiene
que ver con la adquisición de habilidades numéricas y de cálculo, es un
trastorno del aprendizaje.
En el lóbulo parietal se
han identificado dos regiones implicadas en la realización de tareas numéricas:
el segmento horizontal del surco
intraparietal (SHSIP) (imagen inferior) y el giro
angular (imagen superior).
Mediante técnicas de resonancia magnética funcional se ha observado
una mayor actividad del SHSIP en las tareas que suponen procesamiento numérico,
cuando se compara la magnitud de dos
números y cuando se estima un resultado aproximado. El SHSIP es un área “especializada” en el
cálculo, interviene en el procesamiento numérico en fases muy tempranas del
desarrollo (en niños a los cuatro años), aunque el desarrollo demuestra que inicialmente
hay un procesamiento frontal que acaba siendo parietal cuando se convierten en
automáticas las relaciones entre los símbolos numéricos y las magnitudes que
representan.
Estos hechos concuerdan
con que los niños con discalculia del desarrollo presentan una menor activación
en el surco intraparietal izquierdo y en otras zonas (giro medio izquierdo y
giro frontal derecho) en las tareas relacionadas con el cálculo aproximado,
diferencias que no se observan durante la ejecución de problemas de cálculo
exacto. En los adolescentes con esta alteración y que han nacido prematuramente
hay una menor densidad de sustancia gris en el surco intraparietal izquierdo.
Las mujeres con el
síndrome de Turner (monosomía en la que falta un cromosoma X) tienen una menor
densidad de sustancia gris y una menor actividad del surco intraparietal izquierdo
durante la resolución de tareas de cálculo complejo, algo semejante a lo que se
observa en personas con la patología denominada síndrome X frágil. Ambos hechos
sugieren que algunos genes del cromosoma X podrían estar implicados en el
desarrollo de las áreas cerebrales como el surco intraparietal.
Por otra parte sabemos
que este surco aparece alrededor de la semana 29 de gestación, aunque no se conoce
cuál es el gen que participa en su
desarrollo. No obstante, otros genes como el de la doblecortina (DCX) intervienen en la organización cerebral de
manera que algunas mutaciones pueden producir otras alteraciones cerebrales
como la lisencefalia.
Estos hechos sugieren la posibilidad de que algún gen del cromosoma X pueda estar
implicado en la discalculia del desarrollo.
En lo que respecta al
giro angular hay que decir que en estudios en los que se han realizado adiciones
y multiplicaciones sencillas se ha demostrado la importancia de esta zona, que
se encuentra más activa en los cálculos precisos, en los que se requiere
procesamiento verbal; en los aproximados hay mayor actividad del surco intraparietal.
Sin embargo, la realización de operaciones de mayor tamaño necesitan de
representaciones más abstractas y estrategias que afectan a otras zonas de los
lóbulos frontal y parietal.
(imágenes de Keith A. Johnson y J. Alex
Becker, Atlas the whole brain)
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