Asistir en una sala de conciertos a la
interpretación de una sinfonía de Brahms es un acontecimiento beneficioso para nuestra
salud mental. La música, considerada como una “sucesión de sonidos modulados
para recrear el oído” (segunda de las acepciones que da a este término la RAE)
es, en cierto, modo un lenguaje organizado: acordes, intervalos, tonos, etc.
Los sonidos están formados por tonos (uno o varios) que podemos
percibir desde los 16 Hz (hertzios) —de la nota do de la primera escala del
piano—, a los 16.000 Hz (nota do de la décima escala); el timbre es una peculiaridad del instrumento emisor (la misma nota
con la misma intensidad suena distinta con instrumentos diferentes); la
combinación y sucesión de sonidos que se repiten, suben y bajan y que son
percibidos como un todo es la melodía
y el ritmo es la duración de las
notas, armonías, longitudes de las frases, etc. Para muchos estudiosos el ritmo
es el único elemento indispensable para la música.
Música y lenguaje se ordenan en la
corteza cerebral de una manera diferente
y una de las pruebas más evidentes de ello es que hay casos de amusia pura, esto es, de “incapacidad
para identificar o producir secuencias melódicas conocidas” en los que no hay problemas de lenguaje; y
viceversa, hay personas afásicas, con importantes dificultades en el lenguaje,
en las que no se manifiesta ningún problema con la música. En efecto, se han
descrito casos de músicos que, como consecuencia de un ictus, manifiestan una
afasia general pero siguieron componiendo música e interpretando. Son curiosos
los pacientes que con afasia de Broca, que afecta principalmente a la expresión
del habla, y que cantan con facilidad. Por último, cuando se realiza una
estimulación magnética transcortical del lóbulo temporal izquierdo, se bloquea
durante un tiempo el habla, pero el canto permanece intacto. Todas estas
pruebas y muchas más indican claramente que la música y el habla son ejecutadas
por regiones cerebrales diferentes.
En 1878, en la revista Mind, el escritor canadiense de
divulgación científica Charles Grant Blairfindie Allen (1848-1899) describe una
anomalía a la que denomina “sordera a las notas” en la que indica que “no son
pocos los hombres y mujeres incapaces de distinguir de manera consciente entre
los sonidos de dos tonos que queden dentro de los límites de media octava (o
incluso más)”. Esta descripción forma parte de un extenso artículo en el que se
relata detalladamente esta alteración. Son personas que padecen amusia.
Las personas amúsicas no suelen tener
problemas para percibir los sonidos del habla, el ruido de una taladradora o el
sonido de un claxon, lo que implica que no tienen dificultades para la
percepción de los sonidos. Sin embargo, son refractarias al reconocimiento de
melodías sin la ayuda de sus letras, no
son conscientes de lo mucho que desafinan cuando cantan, no distinguen que dos
melodías son distintas porque no tienen la capacidad de discriminar entre tonos
y semitonos adyacentes.
Se ha propuesto un modelo para la amusia
debido a una alteración de las conexiones entre la corteza auditiva primaria y
el giro frontal inferior. La pregunta que debemos de hacernos es: ¿cuál es la
causa de este error? Pues parece que, como casi siempre, la alteraciones pueden
ser de naturaleza genética o ambiental. Así, hay familias amúsicas con
alrededor del 40% de los familiares en primer grado también lo eran y en los
estudios de gemelos se ha demostrado que el componente genético de los mismos
es más importante para la amusia que el componente ambiental.
¿Qué parte del cerebro puede estar
relacionada con la amusia? Hace poco tiempo se ha demostrado que las personas
con amusia de nacimiento tienen menos desarrollada la parte correspondiente a
la sustancia blanca de la circunvolución frontal inferior derecha, y un mayor
espesor de la corteza (más sustancia
gris) de esta región y del área auditiva derecha.
Hay
personas, una de cada diez mil, que por el contrario tienen oído absoluto, esto es, tienen la capacidad
para identificar una nota sin ninguna otra de referencia o son capaces de generar una
nota cantando sin referencia alguna. Esta
cualidad es más femenina que masculina, tiene un componente genético y ambiental
y puede estar relacionada con problemas
en el aprendizaje. Parece que en esta capacidad interviene una porción cerebral
denominada plano temporal. La mayor parte de las personas tienen el plano
temporal más grande en el hemisferio cerebral izquierdo, pero lo realmente
interesante es que en estudios con resonancia magnética se ha demostrado que
los músicos con oído absoluto tienen esta región más grande que los músicos que
carecen de él o que los individuos que no son músicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario