Si analizamos lo que dicen o hacen
muchos individuos de nuestra especie es probable que lleguemos a la conclusión
de que nada en su cerebro funciona correctamente o de que éste es una parte
inactiva de su anatomía. Sin embargo, incluso ellos presentan una permanente
actividad cerebral.
Cuando a una persona se le somete a las
modernas técnicas de Tomografía de Emisión de Positrones o de Resonancia
Magnética Funcional —que permiten estudiar el cerebro en vivo (incluso cuando
esta persona está durmiendo o muy relajada)—, manifiesta actividad neural. Y
esto se conoce en el mundo de la neurociencia desde hace muchos años. Hay que
tener en cuenta que el cerebro es un órgano tan peculiar que consume alrededor
del 70% de la energía total en actividades neuronales que no tienen ninguna
relación con lo que la persona está realizando en ese momento.
Supongamos que hemos entrado en un
quirófano y estamos sometidos a los efectos de la anestesia o que hemos cerrado
los ojos y nos encontramos “flotando” sin pensar en nada. Pues bien, en
cualquiera de estas dos situaciones hay ciertas regiones cerebrales, alejadas
unas de otras, que interaccionan entre sí. Pero lo más espectacular del asunto
es que es que en estas zonas aumenta el consumo de energía. Este conjunto de
neuronas es una especie de máquina que se pone en funcionamiento cuando el
resto del cerebro se encuentra inactivo. Y es que aunque un cerebro en su
conjunto no se encuentre activo en una tarea concreta, hay unos grupos de
neuronas que están en funcionamiento. Estas neuronas forman lo que se denomina red neuronal por defecto.
Cuando una persona está relajada, por
muy relajada que se encuentre, siempre hay una cierta contracción de sus
músculos; lo llamamos tono muscular. Su significado biológico es claro: por un
lado sirve para ayudas a mantener la postura y por otro un músculo con cierto
grado de contracción es capaz de responder a las señales nerviosas más
fácilmente que si estuviera completamente relajado (tiene menos que contraer).
Buscando el paralelismo con las neuronas, quizá podríamos decir que la red
neuronal por defecto está “preparando al cerebro” (manteniendo el “tono
cerebral) para realizar alguna actividad cuando se “despierte”.
Las técnicas de neuroimagen muestran que
cuando una persona está realizando un comportamiento rutinario como la lectura
incrementa su gasto energético algo menos de un 5% del que ya consume cuando
está relajado. Se ha demostrado incluso que cuando las personas investigadas
realizaban la lectura en voz alta, había regiones cerebrales, como una parte de
la corteza parietal medial (que
participa en los recuerdos de los sucesos personales y que está reducida en los
pacientes con la enfermedad de Alzheimer) que disminuía su funcionamiento en
relación con el que presentaba en el reposo. Dicho de otra manera, esta zona, y
otras, se muestra activa hasta el momento en el que el funcionamiento cerebral
se oriente hacia una nueva tarea.
Otra región que respondía de una manera
similar era la corteza prefrontal medial,
que controla la alerta conductual. Estas dos zonas (cortezas parietal medial y
prefrontal medial) se consideran los lugares fundamentales de la red neuronal
por defecto. Serían una especie de regulador o controlador de las diferentes
señales que llegan al cerebro. La red neuronal por defecto funciona siempre...
hasta que una determinada tarea obliga a nuestro cerebro a trabajar en una
determinada dirección.
¿Y si la red neuronal por defecto
funciona mal? Sabemos que el cerebro de
una persona que manifiesta esquizofrenia no
es capaz de desconectar la red neuronal por defecto.
El cerebro es un órgano espectacular y
complejo hasta el paroxismo. Los descubrimientos que nos aportan las
investigaciones recientes nos dejan perplejos. Caen viejas hipótesis y aparecen
otras que nos acercan un poco más a la verdad pero... ¡estamos tan lejos de
comprender lo que significa nuestro cerebro!
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