Los mormones no pueden tomar té ni café. Sin embargo, sí pueden beber la infusión de una planta originaria del sureste de los Estados Unidos y México que se denomina Ephedra nevadensis y entre otros nombres vulgares se llama también “te mormón”. El vegetal en cuestión contiene una sustancia química como la efedrina que es capaz de producir alucinaciones.
Usted, quizá, que probablemente no es mormón, le gusta saborear un buen café después de las comidas o tomar la cafeína de una taza de té (teína) o de la sudamericana yerba mate (Ilex paraguariensis) o de la Paullinia cupana, una planta de la Amazonia que también tiene cafeína (guaranina).
Se habrá fijado que he citado dos sustancias psicoactivas (efedrina y cafeína) y que he citado varios vegetales, aunque he dejado sin nombrar muchos más. Ephedra nevadensis |
Hay muchas plantas que poseen sustancias psicoactivas que se acoplan perfectamente a los receptores que se encuentran en diversas neuronas cerebrales. El resultado del acoplamiento, entre la sustancia en cuestión y el receptor es la alteración, por exceso o defecto, del funcionamiento neuronal, que nosotros notamos como insomnio, sueño, euforia, analgesia... Pero estas sustancias pueden actuar de formas diversas.
Así, pueden estimular la liberación de los neurotransmisores que ponen en contacto a las neuronas. Por ejemplo, las anfetaminas, derivadas de la ya citada efedrina, incrementan la liberación de norepinefrina y dopamina, y tienen un efecto euforizante.
En otros casos la sustancia química del vegetal puede ser similar a la que de manera natural actúa como neurotransmisor y, en consecuencia, produce el mismo efecto que él. Este es el caso de la nicotina, de la planta del tabaco (Nicotiana tabacum), que produce los mismos resultados que la acetilcolina porque es capaz de unirse a los receptores de este neurotransmisor, provocando un ligero efecto estimulante.
Después de que se ha producido la neurotransmisión, el neurotransmisor es recaptado por la neurona y de esta manera deja de actuar. Sin embargo, algunas sustancias puede impedir esta recaptación y consecuentemente el neurotransmisor tiene un efecto más duradero. Este es el caso de la cocaína, que se extrae de las hojas de coca (Erythroxylum coca), que actúa inhibiendo la recaptación de serotonina, norepinefrina y dopamina y que explica su efecto estimulante.
Pero este hecho puede llevarnos a creer que estas sustancias psicoactivas también podrían formar parte de nosotros, ya que parece que es un sinsentido que tengamos unas moléculas tan caras biológicamente, como las proteínas, como receptores de unas sustancias que no son nuestras.
Pero vamos a adentrarnos en este hecho. Las sustancias psicoactivas que se encuentran en muchos vegetales sirven para “disuadir” del consumo de los mismos a muchos animales. Esto es, generan en los que las consumen una alteración cerebral desagradable, rara, desconocida, etc. que hace que el animal no vuelva a ingerir la planta. Es, por tanto, un mecanismo de protección que evita la desaparición de la planta ya que el animal al tener resultados desagradables no volverá a tomar el vegetal; es una aversión condicionada a los efectos. Es algo similar a la repugnancia que le produce usted alguna comida… después del “atracón” que tuvo de ese alimento, que tanto le gustaba, y que le causó una noche especialmente “violenta”.
Erythroxylum coca |
No obstante, también es posible que ocurra todo lo contrario, que la ingestión de la planta con sustancias psicoactivas sea capaz de generar una situación extraordinariamente atractiva que sea una invitación para que el animal repita la experiencia. En este segundo caso las sustancias psicoactivas funcionan favoreciendo la ingesta de la planta y la consiguiente dispersión de sus semillas y, por tanto, la colonización, por parte del vegetal, de nuevos territorios.
A todo esto hay que añadir que hay un hecho que es, en cierta medida, sorprendente y es que las sustancias psicoactivas no forman parte de las plantas inferiores: gimnospermas (coníferas, cicadáceas, etc.), pteridofitas (helechos), briofitas (musgos) y algas.
El primer principio psicoactivo que se purificó de un vegetal fue la morfina, un alcaloide extraído de la amapola; fue aislada por primera vez en 1806 por el farmacéutico alemán Friedrich Sertürner y nombrada de esa manera en honor del dios griego del sueño: Morfeo. Los usos de la misma, como de muchas otras sustancias extraídas de los vegetales han sido benéficos y... trágicos.
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