Es cierto que la aventura de conocer se nos presenta siempre motivante y conocer el cerebro nos sorprende permanente y mágicamente. Tiene un encanto especial que, poco a poco, según vamos ampliando nuestro conocimiento, también se incrementa nuestro asombro ante esa estructura tan portentosa.
Las neuronas reciben y transmiten señales que nos permiten percibir una imagen visual, crear un pensamiento, aprender una lección y muchas cosas. Sin embargo, considerándolas aisladamente, en el laboratorio, no podríamos ni imaginar cómo funciona el “universo neuronal”, porque lo único que hacen estas células es conducir un impulso nervioso que, básicamente, siempre es igual, ya sea una neurona de la corteza cerebral, de la médula o una que se conecta con una glándula.
Sabemos de la existencia de las “neuronas espejo”, neuronas de la corteza frontal que se muestran activas cuando vemos una acción hecha por otra persona y realizamos, o pensamos, la misma. Es una especie de mecanismo por el que podemos “leer” las mentes de los demás y empatizar con ellos y es que se cree que el "espejo" es el mecanismo neural por el que las acciones, intenciones y emociones de otras personas pueden ser entendidas de forma automática. Sin embargo, hoy nos vamos a ocupar de otras interesantes neuronas.
En 1881, el científico Betz describió la existencia de un conjunto de “células ahusadas del giro cingular remarcablemente más grandes (dos o incluso tres veces mayores), que las otras de la capa V”. Esto es, en la quinta capa de la corteza cingular había unas neuronas especialmente extrañas, al menos en su hechura, tenían forma de huso, algo alejado de la morfología de las neuronas que entonces y ahora se conocen. Poco después, en 1895, Carl Hammarberg las denominó “células en huso”.
Sin embargo, no fue hasta 1926 cuando el neurólogo y psiquiatra rumano, Constantin von Economo (1876-1931), publicó el primer trabajo importante sobre estas células nerviosas —“Eine neue Art Spezialzellen des Lobus cinguli und Lobus insulae. Zeitschrift für die gesamte”—, en la revista Neurologie und Psychiatrie (pp. 706-712); en él informaba de la presencia de estas células en la corteza cingulada y en la corteza insular frontal. Así que eran unas neuronas bastante especiales en el sentido de que se encontraban en sitios cerebrales concretos.
Giro cingulado (tomado de www.kenhub.com) |
Estas neuronas, comparativamente muy grandes, son conocidas con el nombre de neuronas de Von Economo o VEN (por sus siglas en inglés), son fáciles de reconocer por su gran tamaño y por su forma de huso, se hayan en la ínsula anterior y el cíngulo anterior, aunque recientemente se ha informado de su presencia en el área de Brodmann 9 (BA 9) de la corteza prefrontal humana, pero en mucha menos cantidad que en la corteza cingulada.
Entre los primates, en sólo cinco especies se han encontrado las células VEN (humanos, bonobos, chimpancés, orangutanes y gorilas); también se han detectado en algunos cetáceos, manatíes y elefantes, pero nada más, no aparecen en otros grupos zoológicos. También es significativo el hecho de que, entre todas las especies, es la nuestra la que posee un mayor número y volumen de estas neuronas.
Hay que advertir que los animales citados (excepto los manatíes) tienen un cociente de encefalización muy alto, los más elevados entre los mamíferos. Recordemos que el cociente de encefalización relaciona el tamaño del encéfalo (en peso o volumen) y el tamaño encefálico estimado según su cuerpo.
ínsula (tomado de www.kenhub.com) |
En segundo lugar, las VEN se localizan principalmente en dos regiones que están relacionadas con la emoción y motivación (la corteza cingulada) y con la consciencia del yo y algunas emociones complejas (la corteza insular frontal). Así, por ejemplo, es particularmente llamativo el hecho de que estas neuronas de la corteza cingular se muestran muy activas cuando una madre oye el llanto de su hijo, pero no responden si escuchan a un niño que no es suyo. Por esto, no debe llamarnos la atención que todos los grupos de animales que posean VEN, también tengan unos comportamientos sociales complejos.
Estos hechos han volcado las investigaciones hacia la búsqueda de su importancia en funciones neurobiológicamente superiores: lenguaje, percepción, habilidades afectivas y sociales, etc. y en su implicación en alteraciones como el autismo, la esquizofrenia, la enfermedad de Alzheimer y la ansiedad, entre otras patologías. Por ejemplo, los niños con más de año y medio son capaces de reconocerse ante el espejo — lo que también hacen los chimpancés, los elefantes y los delfines—, y es que este “yo mismo” parece que depende de las VEN. Asimismo, hay otros hechos que nos pueden indicar la importancia de estas neuronas: algunos estudios con resonancia magnética indican que las personas con demencia frontotemporal muestran atrofia selectiva de la ínsula anterior y el cíngulo anterior, donde se encuentran las neuronas de von Economo.
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