Las personas que tienen adicción a una droga, los adictos,
son consumidores frecuentes de drogas. Y es que los adictos, por serlo, toman drogas a
pesar de que saben de los efectos negativos que tienen para su salud, para sus
relaciones familiares, para sus relaciones laborales, para sus... y las toman a
pesar de que, muchos, hacen un esfuerzo enorme por abandonarlas.
A finales del siglo XIX la planta de la coca (sobre la
cocaína he escrito en otro artículo)
era uno de los medicamentos autorizados en los Estados Unidos. De hecho, antes
de su autorización, ya había algunos anuncios de coca para tratar la timidez,
para los dolores de muelas (así las anunciaba la compañía Lloyd Manufactoring
en 1885), para la histeria, gastritis, asma, etc. Incluso se administraba como
afrodisiaco. Vamos, que la coca iba a ser una especie de panacea contra todo
tipo de alteración.
En 1883, el médico del ejército alemán Theodor Aschenbrandt,
durante unas maniobras militares, administró cocaína a soldados bávaros y
publicó los espléndidos resultados que mostraban esos militares en situaciones físicamente
agotadoras. De este hecho tuvo noticia Sigmun Freud, que probó la droga y
fomentó su consumo.
En julio de 1884 publicó un famosísimo artículo, el primero
sobre este asunto, que tituló “Sobre la
coca”, en el que realizó un estudio histórico de la utilización de
la coca, su exportación desde América, etc. Escribió de una manera tan elogiosa
sobre su experiencia personal con esta sustancia y sobre su utilización en
operaciones oculares, que aumentó el interés por la misma.
En 1885 aparece "Contribución al conocimiento de los
efectos de la cocaína”, trabajo de Freud en el que se ocupa de los efectos de
la droga desde aspectos más científicos.
Finalmente, en "Anhelo
y temor de la cocaína”, de 1887, hace una defensa entusiasta de
la cocaína contra los adversarios de la misma y afirma que esta sustancia sólo genera
adicción entre los adictos a la morfina cuando incorrectamente usan la cocaína
para abandonar su adicción. Poco después dejó de utilizar la cocaína tanto en
su consumo médico como personal.
Pero Freud tuvo otra
adicción: era un fumador empedernido. Aunque sabía que el consumo de tabaco le
estaba minando la salud (así lo escribió a sus conocidos)... siguió fumando.
Siguió fumando a pesar de sus arritmias cardíacas, a pesar de sus llagas
bucales cancerosas, a pesar de habérsele extirpado la mandíbula, a pesar de sus
enormes problemas para tragar, a pesar de los grandes dolores que tenía cuando
masticaba...
2 comentarios:
Parece bastante plausible pensar que el cerebro de los adictos tiene receptores específicos para estas sustancias. Incluso creo que son los mismos o parecidos que los que hacen la adicción al juego y otras adicciones similares.
De la misma manera, las personas que toman drogas, o juegan o fuman y no se vuelven adictos, es posible que carezcan de tales receptores.
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