Mientras nuestro cerebro sea un arcano, el Universo, reflejo de su estructura, será también un misterio
(Santiago Ramón y Cajal)


8 de julio de 2012

Mercurio y neuronas


El Sombrerero Loco o Hatta, o simplemente El Sombrerero es un personaje excéntrico de la novela de Lewis Carroll (1832-1898): Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas y de su A través del espejo y lo que Alicia encontró allí.  ¿Era acaso loco por ser sombrerero o simplemente estaba loco y se hizo sombrerero? Veamos.
Lo cierto es que en la Inglaterra del siglo XIX los sombrereros empleaban mercurio para tratar el fieltro que utilizaban en los sombreros, lo hacían en espacios cerrados y el mercurio es una sustancia tóxica que afecta al sistema nervioso. En la actualidad se utiliza mercurio en algunos productos eléctricos, termómetros, tubos fluorescentes, amalgamas dentales etc.

El metilmercurio se acumula en el sistema nervioso central produciendo efectos tóxicos en los adultos y en los fetos de las madres expuestas a él durante el embarazo. El mercurio metálico no es tan tóxico pero se absorbe en el aparato digestivo y las sales de mercurio dañan los riñones y producen calambres abdominales y diarrea con sangre. Así que cuando en el siglo XVI y siguientes se utilizaban los preparados mercuriales para tratar la sífilis, el resultado solía ser peor que la enfermedad; se llegó a decir: “una hora con Venus, una vida con Mercurio”.
El mercurio tiene una gran afinidad por los sulfuros, lo que hace que se pueda incorporar a los grupos sulfidrilos (-SH) que forman parte de muchas enzimas, como también lo pueden hacer a proteínas estructurales. En efecto, hay proteínas ricas en aminoácidos azufrados (cisteína y la metionina), entre las que se encuentra la tubulina, que son fundamentales en la anatomía y fisiología neuronales y en muchas otras células.
 En experimentos de laboratorio realizados con roedores se ha comprobado que cuando se inhalan vapores de mercurio se impide la formación de microtúbulos porque afecta a la proteína tubulina de tres formas:
-impide la polimerización de la tubulina y, consecuentemente se bloquea la formación de microtúbulos.
-elimina los microtúbulos ya formados.
-reduce la síntesis de tubulina porque se afecta a la expresión del gen correspondiente.
Pues bien, los microtúbulos, en las neuronas, se localizan tanto en el axón como en las dendritas y tienen un papel clave en el desarrollo del cono de crecimiento neuronal. Por eso los microtúbulos son fundamentales durante el desarrollo del sistema nervioso: en la proliferación celular, en la posterior migración neuronal para formar las capas corticales del cerebro y el cerebelo, en el alargamiento de los axones, en el transporte axodendrítico, etc.  Pero, además, la tubulina es responsable del “tráfico” de sustancias a través del axón.
Es fácil comprender, por tanto, que la alteración de estos procesos puede afectar a las conexiones neuronales y provocar algún tipo de neuropatía.

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