Los estudios realizados con papiones, en la década de los noventa del siglo XX, pusieron en evidencia unos interesantes mecanismos hormonales vinculados al estrés. Cuando estos monos están en reposo, el hipotálamo segrega una hormona (hormona liberadora de la hormona luteínica) que hace que la hipófisis segregue la hormona luteínica (LH), que provoca la liberación de testosterona de los testículos. De manera similar, el hipotálamo segrega el factor liberador de corticotropina, que hace que la hipófisis libere corticotropina, que provoca que la corteza suprarrenal libere cortisol.
Sin embargo, los individuos que ocupan un lugar inferior en la estructura jerárquica de estos monos, cuando están sometidos a estrés, liberan una sustancia de estructura química parecida a la morfina, y que por ello se denomina beta-endorfina. Esta “droga natural” bloquea la liberación de la hormona liberadora de la hormona luteínica y, consecuentemente, la secreción de la hormona luteínica y de la testosterona. De manera similar, liberan una gran cantidad de cortisol como consecuencia de las reacciones en cascada citadas antes. Además, la subida de cortisol debido al estrés afecta negativamente a la producción de la testosterona testicular. Parece claro que la fisiología del organismo se dirige, en este caso, en el sentido de una menor producción de hormona masculina y, por tanto, se orienta hacia una menor agresividad y una mayor sumisión.
Por otra parte, en los machos dominantes la producción de cortisol es menor y, aunque también se produce beta-endorfina, con las mismas consecuencias que antes, se ha encontrado que, paradójicamente, en los testículos la secreción de testosterona aumenta porque estas gónadas se vuelven “menos sensibles” al cortisol y porque aumenta el flujo sanguíneo a los testículos; de esta manera se compensa, en parte, la menor cantidad de hormona luteínica. Es decir, en los jefes de la manada el funcionamiento general del organismo mantiene, por procesos bastante diferentes, la concentración sanguínea de testosterona, responsable fundamental de la agresividad.
En resumen, en estos animales, el estrés reduce la producción de testosterona en los machos dominados y casi no la modifica en los dominantes. ¿Tiene esto algún significado biológico? Es probable que proporcione a los dominantes una cierta ventaja en relación con la supervivencia, en la medida que esta hormona hace que la glucosa llegue más fácilmente a los músculos.
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