En el artículo precedente de este blog he
comentado que los lóbulos frontales son algo así como el director de esa
magnífica orquesta que es el resto del cerebro. Está claro, entonces, que
siguiendo con esta comparación una lesión frontal generará un incorrecto
funcionamiento del conjunto cerebral, de la misma manera que una buena orquesta
sin director no será capaz de producir el sonido correcto.
Sin embargo, al símil anterior habrá que
añadir un corolario impecable: tampoco se producirá un correcto funcionamiento
cerebral si los lóbulos frontales se muestran perfectos pero hay alguna lesión
en una parte del cerebro, esto es, si hay un excelente director pero los
violines no se han afinado. ¿Y si otras estructuras cerebrales funcionarán mal,
afectarían a los lóbulos frontales?
Hay una técnica denominada de flujo sanguíneo cerebral regional (FSCr),
muy utilizada en neurociencia, que se basa en el hecho de que hay relación
entre la actividad metabólica de una zona del cerebro y la parte del organismo
que depende de esa región. Así, por ejemplo, si aumenta la actividad de una
extremidad, también lo hace la actividad de la corteza motora que la controla.
En 1992 un grupo de científicos
encabezado por Åsa Ilja publicó en Neuropsychiatry, Neuropsychology, &
Behavioral Neurology un artículo en el que se estudiaba la alteración del
FSCr debida a diferentes tumores en distintas regiones encefálicas. En él se exponía
de una manera sorprendente que, independientemente de donde se localizara el
tumor, el flujo sanguíneo en los lóbulos frontales se mostraba alterado. Y
esto, en la analogía del director de orquesta, supone que si hay un mal
funcionamiento de las trompas, o de los chelos, se observa también una
distorsión en el buen hacer del director.
Además, otros trabajos posteriores han
demostrado que los lóbulos frontales alteran su fisiología en circunstancias
muy diversas: en la depresión, en la terapia electroconvulsiva
(independientemente de donde se colocaran los electrodos), etc.
También se ha demostrado que en las
primeras etapas de la enfermedad de Alzheimer los lóbulos frontales funcionan
incorrectamente, lo que se manifiesta en la incapacidad de los pacientes para
tomar decisiones ambiguas, esto es, las que tienen varias posibilidades (elegir
una chaqueta u otra, empezar a leer este libro o aquel otro), las que son
mayoría en nuestra actividad diaria. En este sentido, el estudio de la
actividad de los lóbulos frontales sería un buen predictor de esa demencia y de
otras alteraciones encefálicas.
Parece claro que trastornos cerebrales
diferentes afectan al funcionamiento de los lóbulos frontales de manera, quizá,
parecida a cómo un director de orquesta perdería los nervios (o acaso la
batuta) si las violas o la percusión ejecutaran una sinfonía a su antojo. Es
evidente, además, que los lóbulos frontales podrían funcionar incorrectamente,
pero también es claro que, por todo lo dicho antes, la incorrecta fisiología de
estos lóbulos no implica necesariamente una lesión en los mismos.
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