Mientras nuestro cerebro sea un arcano, el Universo, reflejo de su estructura, será también un misterio
(Santiago Ramón y Cajal)


10 de julio de 2011

Ínsula, asco y tabaco

Todos hemos puesto alguna vez cara de asco, una expresión facial que indica claramente a los demás lo que nos está sucediendo en ese momento. El asco es una emoción negativa y fundamental en el comportamiento humano.
En el cerebro hay una parte, situada en el fondo de la Cisura de Silvio, conocida como ínsula o corteza insular cuya zona anterior está conectada con una estructura que interviene en muchas actividades emocionales: la amígdala; la parte posterior se encuentra relacionada con aquella corteza cerebral que procesa toda la información procedente de los sentidos del tacto, dolor, temperatura y sensibilidad cenestésica: la corteza somatosensorial; finalmente, la parte anterior recibe señales procedentes de las vísceras, de los receptores gustativos y de los olfativos. Hay otra estructura que guarda relación (anatómica y funcional) con la ínsula anterior, el opérculo frontal colindante (el opérculo lo forman las partes de los lóbulos frontal, parietal y temporal que cubren el lóbulo de la ínsula).
Pues bien, utilizando técnicas de neuroimagen se observa que se produce la activación del lóbulo anterior de la ínsula cuando la persona sujeto de estudio ve imágenes que pueden producir asco: alimentos estropeados, lesiones sanguinolentas, etc.
Además, que la ínsula anterior es importante en esta emoción lo demuestra el hecho de que su lesión, causada por ejemplo por una infección cerebral, provoca una alteración de nuestra interpretación de la cara de asco de los demás, así como de nuestra experiencia del asco, esto es, las personas con una lesión en la ínsula anterior pierden, o reducen, su capacidad de sentirse asqueadas. Así, si se les da a beber un vaso de leche agria, la beberán sin ningún problema y dirán que sabe como cualquier otra bebida ácida. Esto parece indicar que este lóbulo es una estructura clave a la hora de comprender estas emociones en los demás: la ínsula anterior es el núcleo de la sensación de asco.
Pero, además, hay otro detalle extraordinariamente interesante: una lesión en la ínsula es capaz de eliminar las ganas de fumar, es decir, es capaz de eliminar un hábito, lo que explica la relación entre hábito y emoción. Este hecho se ha comprobado en un fumador que fumaba dos paquetes de cigarrillos diarios hasta que la ínsula se le dañó y entonces... dejó el tabaco drásticamente. Por otra parte, de 19 pacientes fumadores que sufrieron una lesión cerebral en la que estaba implicada la ínsula, 13 dejaron de fumar.

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