Oliver Sacks (Londres, 1933) es un conocido profesor de Neurobiología clínica en el Albert Einstein College de Nueva York. En España, la editorial Anagrama le ha publicado varias obras, entre las que merece destacarse El hombre que confundió a su mujer con un sombrero.
El tío Tungsteno (publicado por la editorial citada) evoca los recuerdos “científicos” de un niño y joven en el Londres de la Segunda Guerra Mundial y años posteriores. Un niño que en 1943 ya sentía pasión por los metales, las plantas y los números, un niño que desde muy pronto sabía lo que quería ser, que no era otra cosa que químico y que, por no se sabe bien qué razón, terminó siendo neurobiólogo. Hoy día se nos hace difícil creer que haya niños así, ni adolescentes, ni, si me apuran, estudiantes de bachillerato...
Esta autobiografía de Sacks puede ser considerada una especie de desahogo intelectual del autor en unos tiempos en los que las disciplinas científicas puras no gozan de gran predicamento. El tío Tungsteno es una forma excelente de viajar a través de un buen número de conceptos físicos y químicos a lo largo del tiempo —y muy especialmente de los últimos doscientos años—, de pasear por la historia y conocer a importantes personajes de la ciencia: Boyle, Lavoisier, los esposos Curie, Rutherfor, Roentgen, Proust... y los hermanos Elhuyar. En el libro se comentan anécdotas que, en la actualidad, se nos antojan extravagantes (como los rayos X en algunas zapaterías de principios de siglo) y otras extraordinariamente sugerentes, como el inesperado y fascinante encuentro del autor con Eva Curie, que le firmó su conocidísima biografía sobre su madre cincuenta y cinco años después de que el niño Oliver leyera la vida de la eminente polaca.
El tío Tungsteno nos permite descubrir las emociones que nos transmite su autor, que no non pocas, porque toda la obra puede ser considerada como un canto al conocimiento científico, sin divisiones, sin compartimentos.
Los parientes de Sacks tuvieron una importancia capital en su formación. Para Oliver niño muchos de sus intereses científicos se realizaron con el consejo, apoyo y supervisión de una familia en la que, como no podía ser de otra manera, abundaban los científicos, ya físicos, químicos, botánicos, médicos... Pero de todos ellos destacaban muy especialmente sus tíos Mick y Dave, rebautizados químicamente con los nombres de tío Estaño y Tungsteno respectivamente. Su madre, ginecóloga, le enseñó anatomía humana en fetos y a los catorce años participó en la disección de una joven de su edad, con su progenitora y una profesora de Anatomía.
El libro de Oliver Sacks es espléndido, un texto que reconcilia a cualquier lector con la ciencia y lo científico.