Mientras nuestro cerebro sea un arcano, el Universo, reflejo de su estructura, será también un misterio
(Santiago Ramón y Cajal)


18 de agosto de 2016

Dormido con un cerebro despierto

El sueño, dormir, es un suceso rítmico.  Se produce diariamente, cíclicamente, cada 24 horas y por eso es un episodio circadiano (del latín circa, “alrededor de”, y dies, “día”). Lo primero que hay que aclarar es que sueño, en el lenguaje científico, no es lo que conocemos como tal en el vulgar. En este último, el sueño se refiere a los ensueños. En resumen, el sueño diario tiene ensueños.

El sueño se reparte en cinco fases cada una de las cuales tiene una actividad cerebral distinta que se manifiesta en un electroencefalograma (EEG) diferente. Estas fases se denominan 1, 2, 3, 4 y REM. De todas ellas la más interesante, la más atractiva es la fase REM; en ella, la actividad eléctrica cerebral es de tal manera que el EEG es muy semejante al de la vigilia.
Estas fases ocurren de manera cíclica con algunas alteraciones sobre un ciclo del tipo: 1,2,3,4,3,2,1,REM. Cada ciclo dura una hora y media aproximadamente y cada etapa REM  entre 20 y 30 minutos. 
Es fácil pensar que mientras dormimos podemos engañar a un observador y “hacernos” el dormido. Esto que es, quizá, posible para una persona no especializada, es imposible en el ámbito científico. Y es que durante el sueño hay fases en las que se producen importantes cambios que es imposible disimular. Son fundamentalmente tres:
Con un electroencefalograma (EEG) podemos ver las ondas que se producen mientras dormimos que, en general, son lentas y de alto voltaje, muy diferentes a las que se producen en vigilia. Sin embargo, hay momentos en los que, estando dormidos, tenemos un EEG muy parecido al que poseemos cuando estamos despiertos, pero nadie puede confundir esta fase porque también se producen movimientos rápidos de los ojos de un lado para otro, medibles con un electroculograma. También hay pérdida de la actividad de los músculos axiales, es decir, estamos prácticamente paralizados, lo que es detectable mediante un electromiograma (que representa la actividad muscular).  Estos momentos constituyen la fase REM del sueño, denominada así porque se producen los movimientos oculares a los que he hecho mención (REM: rapid eye movements). 
Pero esta fase REM, la que más atención ha merecido de los neurocientíficos que estudian el sueño, también tiene otras peculiaridades; entre ellas está el aumento o la disminución del flujo de sanguíneo a numerosas estructuras cerebrales. Por ejemplo, hay un decrecimiento del flujo sanguíneo en la corteza visual primaria, la que recibe las señales visuales desde el exterior; es claro que como no hay información visual procedente del exterior (se duerme con los ojos cerrados) la corteza citada está casi inactiva. Por el contrario, la corteza de asociación visual experimenta un marcado incremento del flujo sanguíneo, lo que es el resultado de las alucinaciones visuales que se producen durante los ensueños; es decir, está muy activa la corteza de asociación visual que no recibe señales de la primaria pero que funciona creando “alucinaciones”.  Finalmente, la corteza prefrontal, la que interviene en la planificación de las conductas, muestra poca actividad en REM y es que en los ensueños no tenemos objetivos a largo plazo: se mueve en el tiempo por circunstancias imprevistas.
Asimismo, en REM se incrementa la actividad neuronal y aumenta el funcionamiento del sistema nervioso neurovegetativo, lo que se traduce en un incremento del ritmo cardíaco, de la respiración, de la tensión arterial, etc.; asimismo, hay una contracción eventual de los músculos de las extremidades (twitches), erección, al menos parcial, del pene (lo que no implica que se esté teniendo un sueño de contenido sexual) o un aumento de las secreciones vaginales.
Pero además, el sueño REM es la etapa en la que se producen los ensueños y esto se sabe porque al despertar en la fase REM a una persona que está en un laboratorio del sueño, en el 80% de los casos relata un ensueño, mientras que si se la despierta en una fase no REM, generalmente en la etapa 4, sólo son capaces de referir un ensueño en el 7% de los casos. 
Contrariamente a lo que la gente cree, el sonambulismo (andar dormido) y la somniloquia (hablar dormido) no suceden, frecuentemente, en esta fase, sino en la fase 4 del sueño.
En resumen, la etapa REM es la más “rara” de las etapas del sueño, en ella estamos dormidos pero se manifiestan muchos signos como si estuviéramos despiertos. No en vano a esta etapa también se la conoce como sueño paradójico.