Mientras nuestro cerebro sea un arcano, el Universo, reflejo de su estructura, será también un misterio
(Santiago Ramón y Cajal)


2 de enero de 2011

Neurobiología de la cocaína

Es una droga muy adictiva que se administra inyectada, inhalada y fumada. La subida eufórica es mayor cuando se inyecta o se fuma (antes de los 10 minutos) que cuando se inhala (a los 25 minutos aproximadamente). Como en otras drogas, el uso continuado disminuye el tiempo de la subida eufórica y en poco tiempo puede desarrollarse una tolerancia a los efectos de la subida, de forma que muchos adictos buscan las sensaciones euforizantes de la primera administración.
Una de las formas más comunes de conseguir vapores de cocaína es con el crack. La cocaína  se obtiene de las hojas del árbol de la coca, con las que se hace una pasta de la que se obtienen dos formas químicas de la cocaína: hidrocloruro de cocaína y cocaína como tal. El crack es la obtención de la cocaína a partir del hidrocloruro, al que se le se añade bicarbonato sódico, o amoníaco, y agua y se calienta para obtener vapores de cocaína que inhalados hacen que altas dosis de la droga lleguen al cerebro en poco tiempo. Su consumo puede desarrollar psicosis paranoides muy agresivas.
-La cocaína bloquea los canales de sodio y, por tanto, impide la transmisión del impulso nervioso; esto explica el efecto analgésico de la droga.
-También inhibe la recaptación de dopamina, serotonina y noradrenalina, a través del bloqueo de las proteínas transportadoras que realizan estos procesos. Como consecuencia, se incrementa la cantidad de esos neurotransmisores en la sinapsis con la consiguiente estimulación sobre los receptores postsinápticos. Esto contribuye a los efectos euforizantes de la droga.
-La cocaína actúa también en las neuronas presinápticas de las vías mesolímbicas y nigroestriatales, favoreciendo el almacenamiento de dopamina en las vesículas presinápticas. También ejerce su acción uniéndose a los receptores de la serotonina y a los receptores muscarínicos de la acetilcolina.
-La cocaína aumenta la liberación de noradrenalina en las terminaciones simpáticas del sistema nervioso autónomo, lo que lleva a las complicaciones agudas que produce: aumento de la frecuencia cardiaca, aumento de la presión arterial, incremento de las secreciones salivar, gástrica y pancreática, intensa sudoración, etc.
Por desgracia, ningún tratamiento farmacológico contra la cocaína ha tenido hasta la fecha una buena eficacia. Sin embargo, hay mayores expectativas en los tratamientos de naturaleza psicosocial: comunidades terapéuticas, los tratamientos cognitivo-conductuales, etc.