Mientras nuestro cerebro sea un arcano, el Universo, reflejo de su estructura, será también un misterio
(Santiago Ramón y Cajal)


25 de enero de 2014

Engaños del cerebro: el síndrome de Anton

Nuestra visión depende de la corteza occipital y de importantes regiones de las cortezas parietal y temporal. Así, la corteza visual primaria está localizada en la parte posterior de los lóbulos occipitales y la corteza visual secundaria se ubica rodeando a la primaria (corteza preestriada) y en la parte inferior del lóbulo temporal (corteza inferotemporal). Finalmente, aunque en distintas zonas de la corteza cerebral hay áreas de asociación que reciben señales visuales, la de mayor tamaño de estas es la corteza parietal posterior.

De acuerdo con este esquema podemos decir que la información visual discurre desde la corteza visual primaria, a la secundaria y desde ahí a la de asociación. Se recibe la información visual, se interpreta y se le da un significado: se reconocen, discriminan e interpretan estímulos visuales, se los relaciona con experiencias, etc.
 Es evidente que si tuviéramos lesionados los receptores visuales de la retina no veríamos, pero tampoco lo haríamos si los tuviéramos intactos y la lesionada fuera la corteza cerebral que interpreta y traduce la información visual.