Mientras nuestro cerebro sea un arcano, el Universo, reflejo de su estructura, será también un misterio
(Santiago Ramón y Cajal)


14 de abril de 2008

El dolor emocional

El dolor es algo más que una sensación, nuestra consciencia de él nos permite, a veces, “despreciarlo”, ignorarlo, y esto sucede porque las emociones pueden alterar nuestra percepción dolorosa. La parte anterior del giro cingulado es una zona que se ha relacionado con el dolor, pero, y más exactamente, con el componente emocional del dolor. Hay dos experiencias, en principio bastante concluyentes, que lo demuestran.
En efecto, cuando a una persona se la somete a una percepción dolorosa mediante una sesión de hipnosis, se produce un cambio en la actividad de la corteza cingulada anterior, cambio que es perfectamente detectable mediante las técnicas de TEP (véase “Midiendo la actividad del cerebro emocional”).
Por otra parte, cuando a un paciente se le realiza una lobotomía prefrontal —en la que se daña a la corteza cingulada anterior—, siente dolor, pero disminuye su respuesta emocional al dolor. Hay mucha gente que le cuesta comprender que exista una ligazón emocional entre la percepción de dolor y la emoción dolorosa, pero Antonio Damasio ha narrado un caso extraordinariamente aclaratorio. Resulta que cierto enfermo sufría un dolor muy intenso ante el que diversos tratamientos analgésicos no habían sido exitosos. Este hombre entró en el quirófano para someterse a una lobotomía prefrontal que, evidentemente, lesionaría la corteza cingulada anterior. Dos días después de la intervención se encontraba relajado y jugando a las cartas con otro paciente del hospital. Se le preguntó por el dolor y contestó con satisfacción: “¡Oh!, los dolores son los mismos, pero ahora me siento bien, gracias”.