Mientras nuestro cerebro sea un arcano, el Universo, reflejo de su estructura, será también un misterio
(Santiago Ramón y Cajal)


22 de marzo de 2008

Midiendo la actividad del cerebro emocional

¿Se puede medir el funcionamiento emocional de regiones cerebrales específicas? Dicho de otra forma: si siento miedo, furia, asco, o alguna otra emoción, ¿puedo saber qué porción cerebral está siendo más activa? ¿Hay alguna forma científica que permita averiguar si estoy teniendo una emoción?
Desde hace unos años hay una técnica de neuroimagen denominada tomografía de emisión de positrones (TEP) que permite registrar la actividad metabólica de ciertas zonas cerebrales. Consiste en inyectar al paciente una molécula radiactiva, la 2-desoxiglucosa (2-DG), que es semejante a la glucosa y que, igual que ella, no tiene ningún problema para penetrar en el interior de las neuronas cerebrales que están activas.
Sin embargo, la 2-DG es degradada químicamente de manera muy lenta. Este hecho permite que las moléculas de la sustancia radiactiva emitan unas partículas subatómicas denominadas positrones, cuya presencia es detectada por un complejo aparato que capta imágenes de las diferentes actividades neuronales. De esta forma se detectan las regiones cerebrales donde ha pasado más cantidad de 2-DG, es decir, se perciben (con diferentes colores) las zonas cerebrales que tienen más actividad. Si esta prueba se realiza mientras el sujeto está leyendo, comprobaremos que las imágenes que se observan muestran una mayor actividad en el lóbulo occipital del cerebro, el responsable de la visión.
Cahill y sus colaboradores, en 1996, realizaron experimentos con personas a las que hicieron ver diversas películas, unas tenían un fuerte contenido emocional, otras eran, en cambio, emocionalmente indiferentes. Posteriormente investigaron el funcionamiento de sus cerebros usando las técnicas de la tomografía de emisión de positrones y pidieron a las personas que les contaran las películas. Cuando comentaban la película emocional se detectaba una mayor actividad en la amígala derecha, mientras que cuando hablaban de la película indiferente no manifestaban mayor actividad en esta zona cerebral.

16 de marzo de 2008

Me puedo emocionar antes de percibir una emoción

Las informaciones auditiva y visual, por ejemplo, llegan al tálamo y desde aquí parten por dos vías nerviosas: una que lleva los impulsos nerviosos a la amígdala y otra que manda la información a la corteza cerebral. En la corteza se produce la traducción y se hace consciente: veo un animal que se acerca amenazador, oigo un grito de lamento… Las que llegan a la amígdala se transforman en emociones.
Esta doble vía de entrada de la información tiene una importancia enorme en la medida que las señales procedentes de los órganos de los sentidos llegan a la amígdala antes que a la neocorteza —milésimas de segundo, pero antes—, lo que supone que nos podemos emocionar antes que percibir, conscientemente, las señales de la emoción (algo que sucede en el cuerpo en multitud de actos reflejos); así, es posible que el organismo inicie una respuesta muy rápida ante un peligro.Esto explica, por ejemplo, los sobresaltos nocturnos ante unos ruidos inesperados… e inofensivos. Sin embargo, no implica que, tal y como se ha indicado anteriormente, a la amígdala no lleguen impulsos nerviosos desde la corteza y que no sea un lugar donde se module la respuesta emocional: aumento de la presión sanguínea, del latido del corazón, de la actividad muscular, etcétera. Es decir, el cerebro emocional puede actuar con independencia de la corteza cereb