Mientras nuestro cerebro sea un arcano, el Universo, reflejo de su estructura, será también un misterio
(Santiago Ramón y Cajal)


16 de junio de 2008

Emoción literaria estética y emoción literaria científica

No es difícil encontrar en la literatura de expresiones fuertemente emocionales. He escogido tres ejemplos que muestran una clara y magnífica emoción literaria, tres clásicos.
Lope de Vega, que tuvo una vida repleta de emociones, expresa maravillosamente, con un soneto, Varios efectos del amor, efectos que son, sin duda, emocionantes:
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso,
no hallar, fuera del bien, centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso.
Huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño:
esto es amor. Quien lo probó lo sabe.
Fray Luis de León, más tranquilo, quiere vivir, en su Vida retirada, libre de emociones:
Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanza, de recelo.
Finalmente, un espíritu atormentado como Espronceda nos dice, en La desesperación, que no teme a los estímulos emocionales desagradables, al contrario, le encantan:
Me gusta ver el cielo
con negros nubarrones
y oír los aquilones
horrísonos bramar,
me gusta ver la noche
sin luna y sin estrellas,
y sólo las centellas
la tierra iluminar.
Pero la poética emocional puede hacerse aún más científica. En un reciente libro de Hans Magnus Enzensberger titulado Los elixires de la ciencia, el autor glosa nada menos que al sistema límbico, una estructura anatómica que es una de las piezas más significativas de nuestro cerebro emocional. Este autor, empeñado en buscarle una relación a la ciencia y a la poesía, se atreve a versificar algo tan poco conocido por el gran público como esta estructura del sistema nervioso central. Enzensberger escribe sobre él lo siguiente:
Es viejo, es blando,
no se comprende,
no sabe lo que significa limbus,
lo que es un sistema.
Entre las cavidades y el cuerpo calloso
un limbo, diminuto.
Hipocampo, cíngulo, amigdaloide:
una memoria oscura,
que no puede acordarse
de sí misma.
Incontrolable
controla
el miedo, el placer, el crimen y el vicio.
Sus lazos y fibras,
un árbol de cables
en lo hondo del cerebro
intra y extramural.
Corrientes ocultas, incendios sin llamas,
cortocircuitos.
Pequeños defectos
que escalan rápidos.
Un impulso en el mando
y es la venganza.
Una descarga eléctrica
y Amok se desata.
Unos billones de células
en la oscuridad. El género humano
un ovillo diminuto
entre origen y olvido.