Mientras nuestro cerebro sea un arcano, el Universo, reflejo de su estructura, será también un misterio
(Santiago Ramón y Cajal)


18 de marzo de 2010

Hipocampo y neurogénesis

Hasta hace relativamente poco tiempo (la década de los 80 del siglo pasado) se pensaba que nacíamos con todas las neuronas de las que de las que podríamos disponer y utilizar a lo largo de la vida, es decir, después del nacimiento, se creía que las neuronas sólo se morían, no se formaban nuevas neuronas, no había neurogénesis. Dicho de otra forma: las neuronas se mueren diariamente y no hay capacidad de sustitución de las desaparecidas.
Sin embargo, aunque esta ley es, generalmente, correcta, Elizabeth Gould, investigadora de la Universidad de Rockefeller, demostró que en el encéfalo de los animales adultos se producían neuronas nuevas en una zona de gran interés para los neurocientíficos y es que esta región está relacionada con el aprendizaje y la memoria: el hipocampo. Estos trabajos que estudiaban la neurogénesis en animales, pronto fueron confirmados en individuos de nuestra especie. Bien es cierto que también hay otra región en la que se produce nerogénesis en el adulto: el bulbo olfativo.
Limitándonos exclusivamente al hipocampo sabemos que en las ratas aparecen diariamente entre cinco y diez mil neuronas, sin embargo, en los seres humanos, esto no ha sido cuantificado. También se conoce que las nuevas neuronas aparecen en una región hipocampal denominada giro dentado o fascia dentada, una de las dos circunvoluciones del hipocampo; la otra es el asta de Ammon.
Un detalle muy interesante es que la formación de estas neuronas está alterada por diversos factores: unos favorecen la neurogénesis, otros la reducen. Entre los primeros destaca el ejercicio físico y algunos alimentos (al menos en el caso de los roedores) como los arándanos; entre los segundos se encuentra el alcohol, muy perjudicial en la tasa de aparición de neuronas en el hipocampo.
De las investigaciones que se han realizado en roedores se han obtenidos dos conclusiones muy interesantes:
a) las actividades que necesitan un aprendizaje suelen aumentar la actividad de las neuronas del hipocampo y, además, el incremento de la misma guarda relación con el aprendizaje. Es decir, los roedores en los que se observa más activación de las neuronas hipocampales se detecta un mejor aprendizaje de la tarea en cuestión.
b) da la impresión de que hay un periodo crítico de aprendizaje que posibilita la vida de las neuronas recién formadas que, en el caso de los roedores, oscila entre los siete y diez días, pasados los cuales las neuronas mueren si no “funcionan” en alguna tarea de aprendizaje, lo que parece indicar que un aprendizaje continuo facilita la vida de las neuronas hipocampales.
Si trasladamos estos resultados a nuestra especie parece claro que el aprendizaje diario y continuo puede ser positivo a la hora de mantener activas las neuronas del hipocampo recién formadas. Además, un poco de deporte y ciertos alimentos pueden ser saludables también en los procesos neurogenéticos y, finalmente, alejarse del alcohol es una buena recomendación para mantener activo nuestro hipocampo.