Mientras nuestro cerebro sea un arcano, el Universo, reflejo de su estructura, será también un misterio
(Santiago Ramón y Cajal)


14 de marzo de 2011

Simpático, parasimpático y sexo

Las vísceras de nuestro cuerpo están controladas por las dos ramas del sistema nervioso autónomo, la rama simpática y la parasimpática. Sabemos que a la mayor parte de las vísceras les llegan impulsos nerviosos tanto por las neuronas simpáticas como por las parasimpáticas. Sin embargo, el funcionamiento de casi todas ellas está regulado fundamentalmente por uno de los dos sistemas. En cualquier caso, en casi todas ellas, la actividad de los dos componentes del sistema nervioso autónomo es antagónica. Así, por ejemplo, la estimulación simpática produce un aumento de la frecuencia cardiaca, dilatación pupilar y la disminución de la actividad de los músculos intestinales; por el contrario, la actividad parasimpática disminuye la frecuencia cardiaca, contrae la pupila y aumenta el peristaltismo. No obstante, la estimulación simpática de las glándulas sudoríparas produce abundante sudoración, mientras que la parasimpática no tiene efecto fisiológico alguno.
La importancia del sistema nervioso autónomo se puede ver claramente con su efecto sobre la presión arterial. Si disminuye la presión sanguínea, mediante una serie de procesos reflejos la estimulación simpática hará que se recuperen los valores normales de presión. Si por el contrario aumenta la presión arterial, serán los estímulos del componente parasimpático los que la reducirán.
Ahora bien, los efectos antagónicos que se observan en muchos aspectos de la fisiología de las dos ramas del sistema nervioso autónomo, requieren una coordinación extraordinaria entre ellas. Veamos el caso del funcionamiento sexual masculino.
Los estímulos sexuales aumentan el flujo sanguíneo al pene, a la vez que bloquean la salida de sangre por las venas, lo que produce la erección del órgano copulador masculino. Y todo ello es generado por un incremento de la actividad de las neuronas parasimpáticas del pene. Sin embargo, el funcionamiento sexual genera unas manifestaciones fisiológicas como el aumento del ritmo cardíaco, la ventilación pulmonar y muchas otras que son consecuencia de la actividad de la rama simpática. Esto supone un aumento de la actividad simpática en todo el organismo menos en el pene.
El resultado final es espectacular: la eyaculación es la consecuencia de la actividad simpática del pene. Todo esto implica que ha de existir un grado de coordinación tal en el sistema nervioso autónomo que, en el último momento del acto sexual, la actividad simpática en el pene se incremente para que se produzca la eyaculación.
Así se explica claramente que cuando una persona está sometida a una importante influencia del simpático, es decir, a una situación de estrés, se pueden generar problemas de impotencia porque es arduo mantener la actividad parasimpática. Por otro lado, y en el caso de que la erección se produzca, es posible que el cambio de la activación parasimpática a la simpática se genere a más velocidad de la normal y el resultado sea un problema de eyaculación precoz.