Mientras nuestro cerebro sea un arcano, el Universo, reflejo de su estructura, será también un misterio
(Santiago Ramón y Cajal)


1 de diciembre de 2008

Las emociones...celulares

Todas las células, sean bacterias, levaduras, de vegetales, etc. cuando son sometidas a la acción de algunos agentes externos nocivos, físicos o químicos, responden con una significativa alteración de su metabolismo que supone la fabricación de unas proteínas capaces de evitar o reducir los daños producidos por los estímulos externos. Esta respuesta al estrés (una emoción) se ha observado desde hace más de treinta años en células aisladas y cultivadas en el laboratorio, en las células de algunos órganos de personas que han sufrido una angina de pecho o en algunas células de enfermos de cáncer que están soportando la agresiva actuación de las sustancias tóxicas de la quimioterapia. Es decir, podemos llegar a la conclusión de que la acción agresiva, estresante, de ciertas sustancias supone la formación de unas proteínas que defenderán a las células contra el estrés.
Las primeras experiencias en este sentido se realizaron con esa especie tan conocida que se llama Drosophila melanogaster, la mosca del vinagre. Cuando se investigaron algunas células de esta mosca que habían sido sometidas a un aumento brusco de la temperatura (lo que científicamente se denomina choque térmico), se comprobó que dejaban de fabricar la mayoría de las proteínas pero, por el contrario, sintetizaban unas proteínas especiales que no existían antes en las células: las proteínas anti-estrés. Esto es, las células habían “desviado” su metabolismo para hacer frente a una situación desfavorable ¿No es esto algo biológicamente necesario para cualquier ser vivo, uni o pluricelular, animal o vegetal?
Las proteínas anti-estrés “defendían” a las células de los ataques estresantes y, en muchas células con las que se ha investigado, se ha comprobado que, en el caso de las proteínas que se expresan como consecuencia del choque térmico, muchas eran semejantes en organismos tan dispares como bacterias, levaduras y Drosophila, lo que supone que este mecanismo defensivo ha sido muy exitoso porque se ha conservado a lo largo de la evolución.