Mientras nuestro cerebro sea un arcano, el Universo, reflejo de su estructura, será también un misterio
(Santiago Ramón y Cajal)


4 de noviembre de 2008

Anatomía cerebral de la agresividad

Vivimos en un mundo extraordinariamente agresivo, probablemente siempre ha sido así: violencia por doquier, noticias violentas en la prensa, radio y televisión, películas violentas (hasta las infantiles), violencia en el deporte…
La agresión en un sentimiento interno, emocional, característico del reino animal y que se puede expresar con una conducta. Sin embargo, la agresión es un acto natural: en los vertebrados, la mayor parte de los machos de la misma especie se agreden, hay agresión cuando un gato caza a un ratón… y cuando un ratón se defiende del ataque de un minino. Y no es muy difícil comprobar que la “aparición” de un nuevo miembro en una familia humana hace que “el príncipe destronado” manifieste una conducta agresiva con su hermano pequeño.
Por sorprendente que pudiera parecer, lo gatos criados en el laboratorio suelen tener un comportamiento bastante bueno con los ratones: no los atacan, “pasan de ellos”. Pero si a usted se le ocurre aplicar unos estímulos eléctricos en el hipotálamo de los mininos, se lanzarán, sin dudarlo, contra los roedores y… No obstante, cuando los gatos atacan a su presa lo hacen de una manera bastante tranquila, con un ataque frío y nada espectacular: se lanzan sobre la rata, la muerden y la matan, pero no gruñen, ni dan gritos desaforados.
En una experiencia realizada en la década de los sesenta, Ellison y Flynn “desconectaron” el hipotálamo de todas las estructuras cerebrales que lo rodean, y cuando estimularon eléctricamente diferentes regiones del cerebro, los animales seguían presentando su conducta agresiva característica. Esto, necesariamente, implicaba que la presencia y actividad del hipotálamo no era imprescindible para que se produjera la agresión.
Otros experimentos demostraron que hay partes cerebrales muy diversas que están involucradas en las conductas agresivas: el hipocampo, el tálamo, etc.