Mientras nuestro cerebro sea un arcano, el Universo, reflejo de su estructura, será también un misterio
(Santiago Ramón y Cajal)


9 de mayo de 2012

Cerebros masculino y femenino


Es probable que el título de este artículo pueda resultar provocador a ese conjunto de personas que, por ser políticamente correctas, consideran que no se puede hablar de esta manera ya que los cerebros son iguales, esto es, no son ni masculinos ni femeninos, son cerebros humanos, sin calificativos. Y si usted opina lo contrario es un machista retrógrado y cosas por el estilo. Y es que para muchos todavía sigue siendo cierto que las diferencias sexuales no dependen más que de la educación, lo que es cierto pero sólo en parte. Primero son los genes, después las hormonas y finalmente el ambiente los que gestan, desarrollan y modulan el cerebro de los seres vivos.

Sabemos que la diferenciación sexual ocurre en el útero aproximadamente a los dos meses de gestación; la razón se encuentra en un gen (masculino) que hace que la gónada indiferenciada se transforme en testículo; si no existe ese gen la gónada se diferencia en ovario. Después, los testículos producirán unas grandes cantidades de testosterona que modificarán el inicial cerebro unisex que será transformado en un cerebro masculino, en un cerebro en el que los centros neurales que intervienen en la comunicación reducirán su tamaño y los que intervienen en las conductas agresivas aumentarán (si los comparamos con los cerebros sin testosterona). Si no hay esta hormona masculina los cambios discurrirán por otra dirección: los grupos neurales de la comunicación y las áreas implicadas en la emoción presentarán más conexiones.
Y hay datos que demuestran que la testosterona y la usencia de la misma han generado comportamientos muy peculiares muy pronto, después del nacimiento, a una edad muy temprana, tan temprana que nadie puede implicar a la educación de los cambios en la conducta y aptitudes masculinas y femeninas. Veamos.
Las recién nacidas de menos de un día de vida responden más a los llantos de otro bebé y a la cara humana que los varones de la misma edad.
Asimismo, durante los tres primeros meses de la vida extrauterina las aptitudes de las niñas para la observación facial crecen un 400%, lo que so se detecta en los niños. Por otra parte la percepción de las niñas de una amplia gama de tonos es considerablemente buena, mientras que los niños muestran unos resultados peores en lo que a la percepción de las frecuencias se refiere.
Finalmente, cuando son un poco mayores, a los 4 años, un estudio importante cotejó cómo eran las relaciones sociales de los niños de esta edad en función de cuántos de los restantes niños deseaban jugar con los sometidos a estudio. Los resultados fueron espectaculares en la medida que las niñas ganaron llamativamente a los niños.