Mientras nuestro cerebro sea un arcano, el Universo, reflejo de su estructura, será también un misterio
(Santiago Ramón y Cajal)


16 de septiembre de 2015

De directores de orquesta y neurociencia

Entender el funcionamiento del cerebro se nos hace especialmente difícil porque las relaciones de las distintas partes que lo integran son intrincadas. De vez en cuando uno encuentra, o toma prestada, una analogía que consigue dilucidar, en buena medida, el asunto que trata. A mi juicio una de las mejores comparaciones que facilitan la comprensión cerebral se la leí a un científico neuropsicólogo, catedrático clínico de Neurología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York: Elkhonon Goldberg (1946).

Para él, de la misma manera que en una empresa grande, un ejército o una orquesta, el cerebro humano posee diferentes componentes que tienen una finalidad distinta y, de igual forma que estas organizaciones de creación humana tienen un director que permiten su correcto funcionamiento,  el cerebro tiene un excelente gestor que son los lóbulos frontales, la parte más humana del cerebro, y es que, de la misma forma que sucede en esas instituciones humanas en relación con sus jefes, los lóbulos referidos son los últimos en aparecer. 
El símil de Goldberg tiene muchas más implicaciones, pero me voy a limitar a la semejanza con la dirección orquestal. No es posible que una sinfonía de Brahms o una de las “Pasiones” de Bach suene correctamente sin un director que controle las entradas de los diferentes instrumentos, por muy buenos que sean los profesores que integran la orquesta: los violinistas son espléndidos, los chelos excepcionales, las trompetas magníficas… pero el director es la clave para que todo funcione correctamente.
Igual que el director de orquesta ha sido lo último en aparecer en la actividad de un conjunto musical, los lóbulos frontales son el último éxito de la evolución del sistema nervioso y son fundamentales para realizar conductas de gran significado…humano: identificación de objetivos, realizar planes para conseguirlos, disponer de los medios para cumplirlos, analizar los resultados comparándolos con los previstos. Permiten que el individuo realice acciones diferentes, esto es, nuevas, en cada momento porque el análisis de los resultados previos detecta algún error en la ejecución precedente o una situación o un contexto que no son exactamente los mismos que hubo en otro momento. Por todo ello los lóbulos frontales nos permiten prever, imaginar, empatizar, etc. nos hacen humanos  
Así, una persona con un cambio en el funcionamiento de los lóbulos frontales poseerá alteraciones cognitivas importantes. No importa que las partes del cerebro que intervienen en el lenguaje, la percepción auditiva, visual, etc. funcionen correctamente, el conjunto será desastroso. En efecto, se podrá hablar con corrección, se podrá escuchar música, admirar un cuadro, pero hay una importante desintegración cognitiva.
Recuerden el caso de Phineas Gage que ha sido tratado en este blog. Williams, uno de los médicos que le trató en un primer momento dijo: “El señor Gage, durante el tiempo en que estuve examinando esta herida, estuvo relatando a los espectadores la manera en que resultó herido; hablaba tan racionalmente y estaba tan dispuesto a responder a las preguntas, que le dirigí a él las preguntas de preferencia a los hombres que estaban con él en el momento del accidente, y que en aquel momento se encontraban alrededor. El señor Gage me relató entonces alguna de las circunstancias, como desde entonces ha hecho; y puedo afirmar cabalmente que ni en aquel momento ni en ninguna de las ocasiones subsiguientes, excepto una, lo consideré yo otra cosa que perfectamente normal”. Phineas Gage andaba perfectamente, movía sus brazos con precisión, no tenía alteraciones del lenguaje, ni del habla, veía perfectamente con su ojo derecho (el izquierdo lo destruyó el accidente) pero… se convirtió en un ser irregular, irreverente, impaciente ante las restricciones o los consejos cuando no se ajustaban a sus deseos, a veces era obstinado, pero también vacilante, imaginaba muchos planes de acción futura, que abandonaba antes de prepararlos. Phineas tuvo, en efecto, un importante cambio en su forma de ser: “su mente cambió radicalmente hasta tal punto, que sus amigos y conocidos decían que ya no era Gage”.
La cognición humana depende de objetivos, ambiciones, aspiraciones… que, a su vez, dependen de los lóbulos frontales, esto es, obedecen a un magnífico director que planifica lo que hay que realizar en cada momento, de manera que la sinfonía o el concierto no son nada en sí mismos, lo serán cuando el director ejecute las órdenes apropiadas en cada momento, cuando haga sonar las trompas en el instante preciso y haga callar a los timbales porque los violes tiene que abrirse camino.

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