Mientras nuestro cerebro sea un arcano, el Universo, reflejo de su estructura, será también un misterio
(Santiago Ramón y Cajal)


21 de julio de 2014

Endocannabinoides y neurotoxicidad

Hace unos 20 años se produjo un descubrimiento extraordinariamente interesante: en el cerebro de los mamíferos hay algunas neuronas tienen unos receptores de los cannabinoides. Esto explicaba perfectamente algunos de los efectos de estas sustancias y era semejante a lo que en la década de los 70 del siglo XX había ocurrido con los opiáceos.

Los receptores de los cannabinoides abundan en muchas regiones encefálicas: el globo pálido, sustancia negra, hipocampo, cerebelo, etc., zonas que revelan magníficamente gran parte de los efectos de estas sustancias sobre el sistema motor y sobre las capacidades cognitivas y perceptivas.
De la planta Cannabis sativa se obtiene una serie de derivados (cannabinoides) que han sido consumidos como euforizantes. El vegetal posee más de 60 sustancias psicoactivas, aunque la que posee mayor actividad es la delta-9-tetrahidrocannabinol (THC). Los preparados que se fuman de la planta son de tres tipos: marihuana, que se obtiene de las hojas secas y de las flores; hachís, que se consigue de la sustancia segregada por las hojas; y aceite de hachís, obtenido mediante destilación.

El denominado “sistema endocannabinoide”, el sistema que forman “nuestros propios cannabinoides”,  se localiza en muchas zonas del sistema nervioso central. El principal receptor de estas sustancias (CB1) tiene una importancia fundamental a la hora de prevenir o reducir la toxicidad generada cuando el neurotransmisor glutamato, en determinadas condiciones, se acopla a los receptores NMDA. 
 En efecto, en el sistema nervioso central de los mamíferos el glutamato es el neurotransmisor excitador por excelencia, capaz de acoplarse a los receptores NMDA y producir una entrada de calcio. Si hay un aumento de la actividad del sistema glutamato-NMDA la entrada de calcio puede ser muy elevada y el resultado es que penetra en las mitocondrias, se altera el metabolismo mitocondrial, el celular y, finalmente, se produce la muerte de la neurona. Por tanto, parece fundamental que controlar la hiperactividad de este sistema es clave para la higiene neuronal.
Por otra parte, si hay una hipofunción del sistema glutamato-NMDA se pueden provocar alteraciones del sistema dopaminérgico, de zonas del cuerpo estriado y de la corteza prefrontal,  ambas consideradas fundamentales en los síntomas esquizofrénicos.
¿Cómo actuarían entonces los cannabinoides? Estas sustancias, endógenas o no, es posible que actúen reduciendo la liberación del neurotransmisor glutamato o alterando las señales postsinápticas que se producen después de la unión del glutamato al receptor NMDA.
Por tanto, una de las funciones de los endocannabinoides puede ser el de mantener la actividad del sistema glutamato-NMDA dentro de unos límites que permitan evitar la neurotoxicidad. Dicho de otra forma: el conjunto es un mecanismo en el que la actividad proporcionada por el cannabinoide reduce la posible sobreexcitación del sistema glutamato-NMDA. 
Esto podría llevar a pensar en el uso terapéutico de los cannabinoides en ciertas situaciones. Sin embargo, al administrar farmacológicamente cannabinoides en individuos sanos se producen síntomas positivos, negativos, cognitivos, etc. que son análogos a los observados en la esquizofrenia. No obstante, sólo un pequeño grupo de fumadores de cannabis desarrolla la enfermedad psicótica y es que parece que la exposición al cannabis es una causa colaboradora a la hora de generar la esquizofrenia y otras psicosis, pero no es ni necesaria ni suficiente para producirla por sí misma.
Si a los efectos de los endocannabinoides se le suma el del cannabis exógeno aumenta exageradamente la inhibición sobre el sistema glutamato-NMDA, lo que produce signos de psicosis. Sin embargo, esta alteración tiende a ser compensada con mecanismos fisiológicos naturales que aumenten la actividad glutamato-NMDA, pero es posible que esto no funcione de manera precisa y se manifiesten signos esquizofrenia.
Este mismo año, un equipo de investigadores del Instituto Cajal de CSIC, formado por Pilar Sánchez-Blázquez, María Rodríguez-Muñoz y Javier Garzón ha descubierto un mecanismo bioquímico a nivel de los receptores NMDA y CB1 que explica por qué el abuso del consumo de cannabis puede generar  alteraciones del sistema nervioso comparables a la psicosis y la esquizofrenia.

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