Mientras nuestro cerebro sea un arcano, el Universo, reflejo de su estructura, será también un misterio
(Santiago Ramón y Cajal)


13 de abril de 2010

Alucinógenos

Aldous Huxley (1894-1963), nieto e hijo respectivamente de los célebres biólogos Thomas Henry Huxley y Leonard Huxley, diferenciaba tres aspectos en la experiencia que vivió bajos los efectos del potente alucinógeno mezcalina (o mescalina): cielo, infierno y visiones. Son situaciones en las que se observa un abandono de los estados habituales de conciencia y es entonces cuando surgen el olvido de la realidad y momentos en los que se produce la “unión con el mundo” (cielo). También se origina una “disolución angustiosa del yo” en la que dominan el pánico y la angustia, da la impresión de que la razón se pierde y de que se está al borde de la muerte (infierno). Finalmente, aparecen ilusiones y sinestesias en las que se “ven” los sonidos, se producen alucinaciones y la percepción de la realidad es diferente de la que se manifiesta sin los efectos de la droga (visiones).
Son muchas las personas que han consumido sustancias de naturaleza alucinógena: mezcalina, psilocibina, LSD... capaces de alterar su estado de conciencia. ¿Dónde actúan esas sustancias creadoras de estos efectos?
Los datos neuroquímicos parecen indicar que este tipo de sustancias guarda relación con los receptores del neurotransmisor serotonina y muy especialmente con uno de ellos denominado 2A. Los neurotransmisores son la manera que utilizan las neuronas para hacer “saltar” las señales nerviosas, los impulsos nerviosos. El proceso ocurre con la salida del neutrotransmisor de una neurona, cuando la corriente nerviosa llega al final de la misma, y la unión de  aquél a un receptor  ubicado en otra célula nerviosa, con un acoplamiento que es capaz de generar un nuevo impulso.
En estudios realizados con voluntarios a los que, bajo un estricto control médico, les suministraron sustancias como las citadas antes, han puesto de manifiesto que cuando tomaban quetanserina, sustancia capaz de unirse a los receptores citados,  si después tomaban psilocibina los efectos de este alucinógeno no se presentaban, es decir, la psilocibina no era capaz de acoplarse a los receptores 2A del neurotransmisor serotonina porque éstos se encontraban “ocupados” por la quetanserina.
Pero, de entre las neuronas que utilizan como neurotransmisores serotonina, ¿cuáles son las que intervienen en la percepción de la alucinación? Parece que están implicados los circuitos neuronales que, desde la corteza frontal llegan al cuerpo estriado, después al tálamo y, de nuevo, a la corteza frontal.
El tálamo es una parte del diencéfalo que ha sido considerado un “controlador” de la entrada de la información a la conciencia, no en vano todas las vías sensoriales (menos la olfativa) pasan por él. Cabría suponer que el control talámico se puede ver alterado por las sustancias alucinógenas y, en consecuencia, dejaría de actuar como filtro de los diferentes estímulos procedentes del exterior y del interior. Sabemos, además, que la psilocibina genera un aumento de actividad en la corteza frontal que es muy similar a la que se observa en los enfermos con psicosis graves.


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