Mientras nuestro cerebro sea un arcano, el Universo, reflejo de su estructura, será también un misterio
(Santiago Ramón y Cajal)


17 de enero de 2017

La experimentación con animales

La utilización de animales en la investigación científica viene siendo un asunto controvertido sobre la base de unos supuestos derechos de los animales. Es evidente que a los animales no les debe hacer sufrir en el laboratorio, siempre que esto sea posible, y es muy claro que un animal no debe sufrir de manera innecesaria, pero anteponer la no utilización de los animales a las investigaciones científicas que con ellos se realizan es un asunto que no resiste el razonamiento... el nuestro, el de los humanos, que no el de los animales.

En la investigación neurocientífica, las ratas, los gatos y los simios han sido algunos de los animales sometidos a experimentaciones que han forjado multitud de avances que han sido aprovechados por toda la humanidad, incluyendo los animalistas. Por ejemplo, los primates se utilizan en los laboratorios de neurociencia porque son los únicos que nos permiten acercarnos a estudiar los procesos superiores cerebrales. Sin embargo en España no se puede experimentar con primates antropomorfos (tenemos que ser abanderados de memeces y no del trabajo científico), porque legisla quien no sabe nada de ciencia y se considera igual que un orangután o un bonobo y, acaso, con los mismos derechos y obligaciones. 
Lo cierto es que los defensores de la no utilización de los animales en la investigación científica no nos dicen si esto implica sólo a los primates antropomorfos, abarca también a los mamíferos, o a los vertebrados, o quizá también afecta a los invertebrados o solamente a algunos de ellos o incluso la prohibición involucra también (todo se andará) a algún alcornoque no humano. Para que lo entiendan bien los miembros animalistas: ¿podríamos investigar con peces? ¿sería posible utilizar gambas? ¿esponjas? ¿moscas?
Lo cierto es que las cosas se están sacando de quicio. Hay un presunto científico, Vernon Coleman, que publicó un libro donde se dicen muchas tonterías desde el título: Por qué debe cesar el genocidio de animales. Y es que genocidio es, según la RAE, el “exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad”. Es, no faltaría más, un texto de referencia de muchos animalistas y una permanente estupidez. Después, este galeno escribe muchos libros de autoayuda sobre la base de que el único médico existente en el mundo es él: Cómo evitar que los médicos perjudiquen nuestra salud, Lo que los médicos no nos dicen, etc. 
No es necesario discutir que los científicos no tienen excusa alguna para maltratar a los animales y que lo importante es utilizarlos si el experimento merece la pena, científica o educativamente. Y en los laboratorios, a los animales se les anestesia, se les da analgésicos, antibióticos, etc. Pero además, en los animalarios de los centros científicos hay un control sanitario por parte de los veterinarios que ya quisieran para sí las mascotas de los animalistas.
La utilización de modelos animales en la investigación científica en general y neurocientífica en particular es fundamental desde muchos aspectos: para comprender la naturaleza de los seres vivos y, en consecuencia, para entender cómo es nuestra especie. Nosotros estamos amenazados por problemas que estudia la neurociencia. Hay, desgraciadamente, enfermedades neurodegenerativas —tan devastadoras como el Alzheimer o la esquizofrenia y tan inhabilitantes como la enfermedad de Parkinson o los resultados de muchos accidentes cerebrovasculares— que necesitan de la investigación con animales, a los que habrá que alterar su fisiología normal, o será necesario sacrificar para observar los resultados de la lesión en el cerebro, o será preciso proceder a la ablación (eliminación) de una parte del cerebro para examinar la conducta del animal, etc.  Y esto es verdad y no admite discusión.
A todo ello hay que añadir que hay investigaciones en las que antes se necesitaban animales y ahora no, y por eso no se utilizan, no porque lo digan unos supuestos defensores de los animales. Sin embargo, hay muchas investigaciones en las que hoy por hoy es imposible prescindir de los animales, aunque los animalistas digan lo contrario.
Bastará echar una mirada a internet y a ciertos libros para encontrarse con grupos reaccionarios que no explican nada y que escriben sobre la igualdad animal: “La capacidad para sufrir y disfrutar nos convierte en iguales, es decir, en individuos con intereses propios que merecen ser tenidos en cuenta de manera justa y equitativa” (http://www.igualdadanimal.org/). O frases tan interesantes como “El hombre no es un ser diferente a los demás seres vivos”.
Y si tiene paciencia, puede leer el programa electoral del Partido Animalista y... mejor no le digo más porque seguiría con la homeopatía, las flores de bach, la moxibustión y muchas otras gansadas.


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