Mientras nuestro cerebro sea un arcano, el Universo, reflejo de su estructura, será también un misterio
(Santiago Ramón y Cajal)


26 de febrero de 2014

Dos cerebros muy plásticos

El cerebro es un órgano extraordinario que, en cierta medida, se comporta como si fueran dos órganos, cerebro derecho e izquierdo. Y aunque sabemos que no hay una especialización total ni absoluta de los dos lados del cerebro, se conoce desde hace mucho tiempo que esa maravillosa estructura biológica está lateralizada, al menos parcialmente, esto es, hay una asimetría funcional relativa si comparamos las dos partes: las facultades verbales (habla, lectura, etc.) dependen en gran medida del hemisferio cerebral izquierdo; las emocionales, musicales y espaciales, del derecho. Y en nuestra especie estas funcionalidades se manifiestan muy tempranamente, mientras nos encontramos en el útero de nuestra madre.

Resulta que en el periodo fetal el cerebro derecho se desarrolla antes que el izquierdo, lo que permite que aparezcan funciones “derechas” durante los primeros días de vida extrauterina. El hemisferio izquierdo es más lento en su desarrollo, es más inmaduro funcionalmente, pero su especialización continúa de manera inexorable mientras comienza a perder las funciones perceptivas que había tenido inicialmente.
Es evidente que el hemisferio izquierdo puede sufrir lesiones durante el nacimiento o en los primeros momentos de la infancia. Es en estos casos cuando la extraordinaria plasticidad del cerebro en esa edad lo lleva a desarrollarse en exceso en el lado derecho, es decir, el déficit del cerebro izquierdo es compensado por el hiperdesarrollo del derecho. 



Los varones, durante el periodo intrauterino, están sometidos a los efectos de la principal de las hormonas sexuales masculinas, la testosterona. No obstante, las mujeres, aunque en menor grado, también  están expuestas a esta hormona. Pues bien, la testosterona afecta negativamente al desarrollo del hemisferio izquierdo y, quizá, esto podría explicar el elevado porcentaje de varones, en relación con el de mujeres, que presentan alteraciones desde el nacimiento (síndrome de Tourette, dislexia, autismo, etc.) Sobre alguno de estos casos ya escribí en otra entrada de este blog: Síndrome de Asperger y masculinidad.
Hay casos excepcionales (epilepsias graves, por ejemplo) en los que a ciertos pacientes se les tiene que realizar una hemisferectomía, una práctica que consiste en la extirpación o inutilización de un hemisferio cerebral; en estas situaciones es cuando se puede apreciar algún aspecto del funcionamiento cerebral. 
Así, si se realiza esta operación a un adulto los resultados son demoledores, se pierden las funciones que corresponden al hemisferio eliminado. Sin embargo, si la acción quirúrgica se realiza en uno de los dos primeros años de vida, antes de que el lenguaje esté perfectamente estructurado, es posible encontrar pruebas científicas de plasticidad cerebral. Veamos.
Se han descrito casos de niños a los que se les extirpó el hemisferio izquierdo y presentaban puntuaciones de inteligencia verbal en los niveles normales, ahora bien, mostraban diferencias, en su contra, con aquellos otros a los que la cirugía había afectado al hemisferio derecho. En este último caso cabe admitir que la desigualdad es consecuencia de que, en lo que al lenguaje se refiere, hay una ventaja previa del hemisferio izquierdo, pero también demuestra la extraordinaria plasticidad del cerebro, que es capaz de asumir funciones que no le son asignadas biológicamente.

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